CRÜ es un estudio de arquitectura de Barcelona que, en palabras de su equipo, crece después del diluvio –y los delirios– de otra generación. Hemos tenido la oportunidad de conversar con Clàudia Raurell, quien nos cuenta sobre la visión del estudio y su manera de trabajar: acompañar los proyectos de cerca, cuestionar modelos asumidos, y redibujar posibles relaciones entre el arquitecto, el espacio y quien lo habita.
¿Cómo nace CRÜ studio y qué define vuestra forma de proyectar?
Clàudia Raurell: «CRÜ es un estudio de arquitectura que, por haber nacido después de la crisis del ladrillo de 2008, de alguna manera tuvimos que encajar en un contexto donde la arquitectura se precarizó. Se ubicó en un lugar mucho más dramático que donde nuestras generaciones precedentes habían estado.
Y de alguna manera nosotros reaccionamos a este contexto, entendiendo que había que formular las relaciones entre el cliente, la obra y nosotros. Nosotros lo que intentamos es entender los contextos que nos generan los clientes. Para nosotros es muy importante ser contemplativos, sensibles, empáticos, coger estos parámetros que nos rodean y reaccionar a ellos. No somos creadores de storytelling forzados. Somos un equipo joven que intenta entender, observar, contemplar y reaccionar a la información que nos está dando el escenario.»
¿Cómo se desarrolla vuestro proceso creativo? ¿Qué pasos lo caracterizan?
Clàudia Raurell: «Un proyecto siempre empieza con un cliente. Sin el cliente el proyecto no existe. Entonces nosotros lo primero que hacemos es empaparnos de toda la historia con la que viene cargada al cliente.
Es súper importante nuestra primera reunión. Es sentarnos y hablar de todos los pliegues y despliegues de su vida para que nosotros podamos reaccionar a ello. Entender qué lugares son importantes para ellos, cómo ocupan sus espacios, qué elementos forman su familia.
Cada cliente para nosotros, es una especie de agujero negro en el que nos zambullimos y de alguna manera, rascamos toda esta información que nos da esta primera capa para iniciar un proyecto. A partir de aquí, el siguiente paso es entender el espacio. El lugar es súper importante y hacemos el mismo proceso que hemos hecho con el cliente, nos sumergimos. Tratamos siempre con lo que llamamos preexistencia. Algo que existe, que tiene una historia.
Antes que nosotros han pasado muchas cosas aquí y nos gusta hacer el trabajo de antropología, de venir a buscar las entrañas. Y cuando hemos conseguido sacar toda la información del lugar, entrelazamos la información que hemos extraído del cliente y el lugar y de alguna manera, con este pequeño encaje, el proyecto sucede de una manera muy orgánica.»
¿Y cómo os relacionáis con los materiales?
Clàudia Raurell: «Nosotros con los materiales tenemos una relación muy peculiar, basándonos en que todo nuestro discurso y nuestro encaje de desarrollo proyectual se basa en esta desnudez del lugar. Eso ya nos da una pátina, ya nos da un escenario que de alguna manera no hemos aportado, nos viene dado.
Y a partir de ese escenario nosotros lo que intentamos es ser muy coherentes con estas pieles, con estas texturas que nos da la preexistencia. En nuestros proyectos, siempre encontrarás materiales que no son grandes aspavientos tecnológicos, pero sí que tienen mucho que ver y están muy sensibilizados con lo artesano, con lo crudo, con lo que proviene de la tierra. Una lectura de artesanía del material, que está muy vinculada a su producción, transformación y manipulación en obra.»
En el proceso de plantear la materialidad de los proyectos, ¿qué destacáis de la experiencia junto a Matter? ¿Qué os aporta?
Clàudia Raurell: «Matter para mí es como The Perfect Playground. Yo me pondría unos patines e iría patinando de arriba a abajo. Yo creo que no hay réplica en la ciudad de Barcelona por un tema de volumen y por un tema de diferentes materiales. Hay muchos elementos que puedes encontrar.
Y hay una parte experiencial que me gusta mucho de Matter, que también está muy vinculada al momento: traigo a los clientes. Para mí aporta mucho que los clientes puedan tener un lugar para entender, tocar, y tener la experiencia del material. Para mí es indispensable. No puede pasar en un proyecto que se haga una compra de material sin que el cliente haya pasado por ese proceso poroso de entender qué está colocando en su casa o en su proyecto. A nivel de experiencia creo que ofrecer esa plataforma no solo a nosotros como arquitectos, sino también a los clientes finales, para conseguir ese paso de conexión con la realidad, es un valor muy importante.»
