La casa A12 diseñada por el Estudio de arquitectura Lucas y Hernández Gil, está ubicada en un antiguo local comercial en Madrid con una superficie total de 300m². El proyecto consistía en un local para transformar en vivienda, formado por planta baja y sótano. Un espacio de gran dificultad reformativa, por su distribución y por su poca retención lumínica, condiciones que hacían de este espacio, un reto interesante.
El planteamiento del proyecto, busca principalmente el máximo aprovechamiento de la luz, y espacios con un carácter diferenciado. Gracias a materiales, como membranas, filtros, celosías o chapas metálicas y una distribución coherente del espacio, se ha podido dar solución a la atmósfera de cada espacio de la vivienda.
Se ha implementado una paleta de colores de carácter industrial y ecléctico, con azules, blancos y naranjas, distribuidos de forma lógica, para otorgar un contraste dinámico y lúdico. La vivienda tiene referencias a los paisajes de Rothko y a los arquetipos de Gastón Bachelard y John Swan.
La rehabilitación del espacio fue posible gracias a la libertad creativa y narrativa que los propietarios del hogar posibilitaron a Cristina y Fernando, pasando a ser un elemento esencial en el desarrollo arquitectónico de la vivienda.
El proyecto nació a petición de una pareja extrangera recién mudada a Madrid. Ella estudiaba yoga y él se dedicaba a diseñar videojuegos con equipos de todo el mundo, con horarios laborales muy diferentes a los de ella. Cristina y Fernando enfocaron, a partir de esa narrativa, la razón para distribuir la casa: creando dos mundos, la planta de arriba, la de ella, y la planta de abajo, la de él.
En esta yuxtaposición, la parte de abajo es mucho más recreativa y flexible, y en la planta superior, se encuentran las estancias más domésticas y acogedoras.
A pesar de coexistir como dos universos paralelos, ambos están unidos. Todo el diseño gira en torno al corazón de la casa: la escalera y el jardín tropical, atributos esenciales para un espacio de calidad, recreando un espacio artificial, como si se tratase de un videojuego y un campo para liberar la imaginación.
El proyecto gira en torno a la escenificación de diferentes atmósferas que, ligadas entre sí por los colores, la luz y la funcionalidad, cobran una coherencia en su conjunto, haciendo que la diferencia estética de las estancias respondan a un único sentido común artístico.
Para su construcción, fue muy importante el proceso de materialización. Los arquitectos llevaron a cabo una selección coherente e innovadora de los materiales. Cada habitación responde a un juego de sombras, texturas y sensaciones y ello es parte del objetivo logrado de la vivienda A12. Un proyecto que parte de un reto lleno de limitantes lumínicas espaciales, que consigue sacar el mayor potencial de un espacio generando un universo único.