Lagranja Design crea una nueva vida para el histórico Hotel Terramar en Sitges
El estudio barcelonés ha actualizado su discurso y lo ha adaptado a la realidad actual, manteniendo su carga histórica, sus raíces y sus valores como las bases primordiales sobre las cuales focalizar esta remodelación.
Un poco de historia…
El primer Hotel Terramar, ahora ME Sitges Terramar, abrió sus puertas en 1930 como un gran palacio de la burguesía española y catalana que, con la eclosión de la Guerra Civil, se convirtió en un hospital militar. Una vez transcurrido el conflicto bélico, el periodo de postguerra y la especulación de los años 60 se apoderaron del edificio, aún en pie, y enterraron bajo la construcción de nuevas capas, la esencia de lo que un día fue.
Cultura, tradición y estética mediterránea
Con el objetivo de recuperar las primeras capas internas de este establecimiento, el estudio afrontó el reto desde un punto de vista cien por cien integral, debido a la imposibilidad de recuperar cualquier trazo de la arquitectura y el interiorismo de la época de los años 60. A pesar de su eclecticismo, tal y como Lagranja ha confirmado en numerosas ocasiones, su interiorismo se inspira en la tradición y cultura mediterráneas como recurso principal para lograr crear una reforma con criterio que fuera acorde a un complejo de estas características.
La iluminación y decoración, creadas con tonos cálidos, refuerzan el carácter imperfecto de la artesanía.
De este modo, la estética del gran complejo hotelero destaca por un mismo elemento vertebrador: los procesos creativos de la artesanía local. Su estilo contemporáneo se puede apreciar, no sólo a través del mobiliario y luminarias originales, diseñados por Lagranja para ensalzar su carácter, sino también a través de diversas piezas únicas de diseño que el estudio ha creado exclusivamente para la elaboración de este proyecto, conservando la calidez característica de lo tradición local.
Materialidad artesana
El denominador común de estas creaciones decorativas, distribuidas en el interior del hotel, se encuentra en la fórmula artesana de materiales como el mimbre, la cerámica, el yeso o la terracota y es que, tal y como afirma el equipo, los materiales y su forma de aplicación han tenido un papel crucial en la reinterpretación de este edificio.
Un buen ejemplo de ello lo conforman la espectacular cenefa de columnas que recorre la planta baja del hotel. Estas se inspiran en unas molduras de escayola de los años 60 que, debido a las reformas no pudieron recuperarse. El estudio aprovechó el bosque de estos pilares resultantes de la fusión de los dos edificios de los años 30 y 60 y lo convirtieron en una oportunidad para transformarlos en un concurrido de esculturas; algunas recubiertas de yeso, en honor a la estética de los años 60 y otras de mimbre, recordando al hilo conductor artesanal que une toda la historia del edificio.
Otro de los elementos más representativos y aclamados del hotel y como consecuencia, una señal que identifica el sello creativo del trabajo de Lagranja, es el singular mostrador de canicas. Este es uno de los ejemplos fortuitos resultado de la experimentación y aplicación de los materiales fuera de su contexto, que el estudio ha utilizado para la creación de sus múltiples diseños.
También ha contribuido en la renovación del “look” del hotel, la reinterpretación de una biombo muy especial que recuerda a la tan deseada estética tradicional mediterránea gracias al uso de elementos tan comunes como jarrones de barro.
El reto del estudio en devolver al hotel su espíritu de grandeza, respetando las señas de identidad del sello ME by Melia, concluye en un logro conseguido a través del conjunto de elementos como la tradición, la artesanía y las reminiscencias de una proximidad local que, siguiendo un camino vanguardista, han creado el cóctel perfecto para la remodelación de este proyecto.